El pecarí de collar, que estuvo extinto en el Iberá, volvió y se reprodujo en la reserva, en el marco de los trabajos que se realizan para restablecer al menos una población autosustentable con el fin de recuperar y preservar la fauna.
También llamado morito o pecarí tajacu, se trata de un tayassuido que pertenece a la familia de los cerdos silvestres o "jabalíes" de América, de acuerdo a la información suministrada en el sitio web de Proyecto Iberá.
Se trata de un mamífero ampliamente adaptable que habita desiertos, bosques secos y selvas húmedas desde el nivel del mar hasta los 2.400 metros. Aunque también habita pastizales abiertos, parece necesitar una cierta cobertura arbórea o arbustiva que le sirva de refugio y de fuente de alimento.
Su dieta es bastante amplia y está compuesta por frutos, hojas, tubérculos y, en menor medida, de otros animales.
Como los otros pecaríes, el de collar es un animal sociable que vive en grupos cuyo tamaño varía desde los 2 a los 30 ejemplares. Sus áreas de campeo varían entre 24 y 800 hectáreas.
El pecarí de collar está catalogado en la lista roja de Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (Uicn) como una especie de "preocupación menor", mientras que en la Argentina se considera como una especie de riesgo bajo o "potencialmente vulnerable".
La especie se considera como extinta en Corrientes, Entre Ríos, buena parte de Santa Fe, sur de Córdoba y el SE de Santiago del Estero, mientras que todavía es relativamente abundante en algunos sectores de Santa Fe, el centro norte de Misiones, Chaco, Formosa, Tucumán, norte de Santiago del Estero, este de Jujuy, Salta, SE de Catamarca, sur de La Rioja, este de San Juan, oeste y norte de Córdoba, San Luis y NE de Mendoza.
Dentro de la región del Iberá, se cita su presencia histórica en las isletas de selva de Puerto Valle (al noreste de la Reserva Natural Iberá) de donde desapareció, principalmente por la cacería y los desmontes, a mediados del siglo 20.
El explorador francés D'Orbigny señaló que la especie era frecuente en los bosques de la provincia de Corrientes hacia 1820.
El Litoral
Foto: Rincón del Socorro