Con el objetivo de establecer parámetros concretos en base a los cuales profesionales, productores y laboratorios puedan tomar decisiones acertadas en el sector de la producción porcina, presentamos una serie de variables clave para este inicio de año.
Entre ellas, podremos destacar cuestiones vinculadas a los márgenes del negocio, influenciados sin dudas por insumos (maíz y soja) más caros y de peor calidad debido a la sequía. En ese marco, sin dudas que será estratégico plantear una serie de objetivos puertas adentro de las granjas, eficientizando el porcentaje de animales nacidos vivos, apostando por la ventilación de los galpones (heladas tempranas) y reforzando todas aquellas prácticas vinculadas con la bioseguridad.
Insumos y precio de venta
Un escenario que plantea el alza de los principales insumos de la producción y un precio de venta del cerdo estancado, provoca un estrechamiento en la brecha entre estas variables, dejando poco margen para la producción de carne.
Para las dos materias primas más importantes en la estructura de costos del kilo de cerdo (maíz y soja), se esperan valores elevados por las desfavorables condiciones climáticas en Argentina y en los principales países formadores de precio.
La poca oferta de granos demandará del productor ser más eficiente en su uso.
Por lo tanto, se deberá ser muy preciso para que cada kilo de alimento sea ingerido por los animales, poniendo el foco en el control del stock, almacenaje y molienda.
Una vez preparado el alimento, lo más importante es disminuir las pérdidas pre ingesta.
Para ello y a la hora de invertir, se deberá asegurar la correcta distribución y chequear todo el sistema; sin olvidar el punto final que son los comederos, donde muchos buscan “ahorrar”, empeñando calidad, funcionalidad y eficiencia.
El mayor esfuerzo tiene que estar en mantener el índice de conversión lo más bajo posible.
Respecto a la oferta de carne y demanda, se avizora un año de consolidación en el mercado nacional, ya que tendremos de base el consumo récord de carne de cerdo registrado en 2017, acercándonos a la media mundial, con 16 kilos per cápita.
Las importaciones desde Brasil tienden a seguir el mismo recorrido. Esto hará que el precio del cerdo no se eleve, junto con las perspectivas de la carne vacuna (principal competidor), que tampoco aumentará considerablemente.
Objetivos productivos
Una buena forma de mitigar el incremento en los insumos es aumentar el número de lechones nacidos vivos. Esto mejorará directamente la performance por madre instalada, logando aprovechar todos los recursos al máximo.
Dentro de los factores a considerar para tal objetivo, debemos tener en cuenta el aspecto nutricional, que siempre es el de más peso en cuanto a costos.
Luego, el manejo de la inseminación.
En este caso, es indispensable respetar tiempo y forma, pensando y revisando protocolos de detección de celo que, en muchos casos, se dejan constantes en el tiempo.
Esa automatización en la tarea genera una falsa confianza.
El otro punto reproductivo relevante es la calidad y conservación de las dosis seminales, ya sean propias o adquiridas en centros comerciales.
Si disponemos de machos en nuestra granja, deberíamos asegurarnos controles periódicos de calidad espermática, tales como: análisis de espermatozoides vivos y muertos; integridad acrosómica y otras evaluaciones que no son de rutina en las granjas, pero que sin dudas nos brindan información mucho más específica de la calidad de la dosis.
En el trabajo con las futuras reproductoras (cachorras) se debe priorizar en las tareas del Sitio 1.
La planificación en la reposición de acuerdo con la cuota de monta semanal, para tener un constante stock de animales, junto con la estimulación correcta con el macho, y la detección rutinaria, deben ser los pilares del trabajo.
Otro punto fundamental de la porcinocultura actual es la cuarentena, que tiene como objetivo real el aislamiento y luego aclimatación de los reproductores.
Manejo de la ventilación
Debido al fenómeno climatológico de La Niña, es de esperar que sea un año seco, con heladas y vientos fuertes o tormentas repentinas (cortas), y con cambios bruscos de temperatura.
Debemos estar preparados y trabajando puertas adentro de los galpones el manejo ambiental o, en el caso de producciones a campo, prever estos fenómenos. Si pensamos en un manejo intensivo confinado, sería un error creer que, al no haber tantas lluvias, las neumonías no van a aparecer.
Justamente por esto, muchos podrían relajarse.
Pero es en esta época del año dónde comienzan los primeros fríos y eso predispone a enfermedades respiratorias, como por ejemplo brotes de influenza o lesiones en cavidad nasal, causada por rinitis atrófica, lo cual además de generar bajas reproductivas, afecta los índices productivos.
Otro de los problemas del mal manejo del ambiente es la falta de ventilación, aumentando la irritación de las vías aéreas superiores, que por consiguiente predispone a los agentes secundarios.
Las afecciones digestivas pueden relacionarse a los cambios bruscos de temperatura, lo que muchas veces es potenciado. Entre algunas causas posibles, podríamos ubicar las diarreas en maternidad, brotes de “Ileítis” (enteropatía proliferativa causada por Lawsonia intracellularis), o en algunos casos provocar alto número de muertes por torsión intestinal.
Bioseguridad
En nuestro país, tenemos una situación de privilegio mundial en cuanto al status sanitarios que hemos construido durante muchos años, debido al aislamiento (poco intercambio de insumos y productos); al buen trabajo de control por parte de la autoridad sanitaria y a las inmejorables condiciones de producción debido a la poca densidad de establecimientos porcinos.
Conforme la industria fue creciendo, principalmente en los últimos diez años, los modelos productivos que no miran y cuidan su bioseguridad se vuelven un riesgo para el resto de la cadena, pudiendo -con muy poco- derrumbar o herir gravemente a la producción porcina de excelencia que se está buscando.
Según la OIE, “la bioseguridad es un conjunto de medidas físicas y de gestión diseñadas para reducir el riesgo de introducción, establecimiento y propagación de agentes patógenos hacia, desde y dentro de una población de animales”.
Partiendo de esta base, lo importante para el año en curso es seguir en la ruta de implementación de planes y adecuación, de acuerdo a la escala y tipo de producción.
En lo personal, sostengo la idea de no pensar en mega proyectos, sino ir de lo más cotidiano y básico hacia lo más complejo: dueños de granjas y veterinarios son los que primero deben diseñar el plan para luego incluir a los operarios, quienes tienen la tarea de llevarlo a cabo día a día.
Sin el compromiso de todos es difícil lograr los resultados esperados.
Más allá de esto, vale destacar algunas medidas que contribuyen a mejorar la bioseguridad de las granjas: Cerco perimetral que rodee la producción (seguridad ante robo o vandalismo y ante amenazas productivas); Uso de ropa exclusiva de granja, mejorando también la relación con el resto de la sociedad, evitando dispersar suciedad y olores desagradables; Vacío sanitario (no sólo en caso de los operarios, sino también dueños, veterinarios y toda persona que tome contacto con los animales y o el establecimiento); Filtro sanitario (duchas, rodoluvios, y filtro para el pasaje de diferentes elementos); Limitar el ingreso de personas ajenas a la granja; Generar un espacio de cuarentena para el aislamiento para animales que van a ser introducidos en la granja y provengan de un origen externo; Control de vectores (ya sea de animales como de insectos) y potenciar el manejo correcto de efluentes y desechos, tanto líquidos, como cadáveres y restos biológicos.
Eugenio Valette
Médico veterinario MSc.