Todo se inició a comienzos de la década de 1990, cuando compró un establecimiento agrícola en la zona de Santa Eufemia (departamento Juárez Celman), donde la existencia de unas instalaciones daba indicios de que ahí había funcionado una granja.
Ese antecedente fue una de las razones para que la empresa comenzara a desarrollar una unidad de negocios teniendo al cerdo como protagonista.
La producción porcina de AGD comenzó en 1992, cuando se reconstruyó la granja existente y se adoptó un sistema de confinamiento con 500 madres. En 1996, el proyecto se moderniza y gana en escala. A través de una inversión llave en mano, la granja incorpora un modelo de producción fundado en tres sitios. El uno, para los reproductores, gestación y partos; otro para la recría y el último para el engorde. Bajo este modelo, la granja en Santa Eufemia trabajó con 1.200 madres.
El gran paso lo dio en 2012, cuando luego de la aprobación de un ambicioso proyecto de expansión, la granja duplica su producción e incorpora un paquete tecnológico de última generación y procesos de automatización.
La inversión incluyó el cambio de la genética por madres más prolíferas, y la construcción de parte de las instalaciones bajo los requerimiento de bienestar animal exigidos por la Unión Europea. El objetivo: estar listos para cuando la Argentina exporte su carne de cerdos al mundo.
“Se decidió cambiar la genética y se trabajó sobre las 500 madres ya existentes como núcleo multiplicador de la granja”, comentó a La Voz del Campo Mariano Ruffo, encargado de la unidad de negocios porcina de AGD.
Alta tecnología
En un predio de 20 hectáreas, rodeado por rastrojos de maíz recién cosechado, la granja trabaja con un plantel de 2.500 madres, que producen por año 3.100 kilos de carne. En total: 7.750 toneladas.
Tiene una población total de más de 40 mil animales que consumen por año 13 mil toneladas de maíz, el equivalente a la producción de 1.100 hectáreas.
A diferencia de las primeras instalaciones que albergan a 1.200 madres (que se hicieron llave en mano y bajo un modelo de construcción estadounidense), la ampliación se ejecutó por administración y con tecnología europea.
El confort que tienen los animales en los galpones y la automatización de sus instalaciones convierten a la producción en un eslabón de alta eficiencia. “La granja está dimensionada para trabajar con una productividad de 13 lechones destetados; estamos en un poco más de 11”, comentó Ruffo.
El circuito productivo y reproductivo dentro de la granja conserva el modelo de tres sitios. El uno, integrado por la gestación y la maternidad. Allí, los lechones viven hasta los 23 días de vida, cuando son destetados y trasladados a la recría (sitio dos).
En las salas de gestación, las futuras madres conviven de dos formas: en jaulas individuales, o en corrales grupales, una alternativa que se incorporó cuando se decidió la ampliación del establecimiento. Bajo estas condiciones, las cerdas tienen 10 por ciento más de espacio, a partir de la aplicación de la normativa de bienestar animal.
En la etapa de gestación, la alimentación es seca, tanto para las cerdas alojadas en las jaulas como en los corrales.
La diferencia es el mecanismo de suministro. Un dosificador mecánico es el encargado de regular la cantidad de comida que consumen durante su estadía en las jaulas. Las ubicadas en los corrales están adiestradas para recibir su ración a través de un dosificador electrónico, cuya curva de alimentación se hace a través de una PC.
“Cada cerda tiene un chip electrónico en una caravana que le permite, cuando atraviesa la puerta y se dirige al dosificador, suministrar la cantidad de comida exacta que debe ingerir”, explicó Ruffo.
Más allá de que sólo la mitad de las cerdas desarrollan su gestación en los corrales, todas las madres, incluidas las que están en jaula, están entrenadas para comer a través del dispositivo electrónico.
Las que utilizan el sistema de puertas automáticas comen dos veces por día (a las cinco de la mañana y a las dos de la tarde), pero la mayoría en el primer turno consumen entre el 70 y 80 por ciento de la ración asignada.
En la maternidad, todas las cerdas consumen alimentación líquida, una sopa con 24 por ciento de materia seca integrada por maíz, harina de soja y aceite de soja. Procedente de Dinamarca, y a casi dos años de su puesta en marcha, la incorporación del mecanismo de alimentación líquida ya se refleja en los resultados.
La mayor producción de leche de las madres se traduce en un mayor peso de los lechones al destete, destacó Ruffo. Permite, además, una mayor eficiencia en la preparación y en la logística de la ración. La alimentación se suministra cinco veces al día, respetando las ocho horas de descanso.
A la recría, los lechones llegan con 23 días y alrededor de seis kilos de peso. Ahí permanecerán alrededor de 50 días hasta alcanzar un peso de 31 kilos. Consumen 800 gramos de alimento por día, que se convierten en una ganancia de peso de 500 gramos.
En este sitio, la alimentación vuelve a ser seca. “A esa edad, los lechones tienen poca capacidad de ingesta. Los sistemas de alimentación líquida no dejan trabajar por debajo del 26 por ciento de materia seca, entonces un lechón que come 150 gramos el primer día habría que dárselo con medio litro de agua. Por tratarse de una ración tan grande no la come, debido a su poca capacidad estomacal”, justificó el encargado de la granja.
En el engorde vuelve la alimentación líquida. Una cocina conectada a tres PC es la encargada de preparar las raciones. A los galpones de terminación, los lechones ingresan con 31 kilos y salen entre 120 y 125 kilos de promedio. Consumen diariamente alrededor de 2,5 kilos y ganan uno de peso. Según Ruffo hubo mejoras en la conversión, con la terminación de animales más pesados.
Además de una mayor eficiencia en el suministro, el sistema de alimentación líquida ha permitido manejar más cantidad de animales con menos personal. Antes de la ampliación de la granja, entre el sitio dos y el tres había 12 mil animales que eran atendidos por cinco personas. Actualmente, con 27 mil animales entre ambos lugares (nueve mil en el dos y 18 mil en el tres), seis personas hacen todas las tareas.
Genética
Un centro de multiplicación de genética cerrado, y que funciona dentro de la granja, se encarga de producir el plantel de reposición de madres. El ritmo de reposición de cachorras es de 20 ejemplares por semana.
Los servicios son todos por inseminación artificial. Los machos terminales son genética PIC y las hembras son Topigs. El tamaño y la calidad genética del centro le permite hoy a la granja no sólo autoabastecerse del semen fresco para su plantel, sino también dar servicios a terceros.
“Se construyó apuntando al proyecto futuro de cinco mil madres en producción y para no tener las plazas desocupadas, hasta que la granja tenga esa dimensión, se decidió hacerlo comercial”, comentó Ruffo. Actualmente, el centro abastece a 7.500 madres y se ha convertido en una unidad económica rentable.
Fuente: La Voz del Campo