Dos Florines visitó periodísticamente a la familia de Atilio Benedetti cuando la empresa decidió diversificarse hace ya casi una década y realizó la primera inversión porcina. Eran un puñado de galpones de 125 metros de longitud con unas 500 madres con los que esperaban avanzar en su proceso de integración vertical y ganar mercados locales e internacionales. Una gran inversión con insumos europeos y americanos que apostaban al confort animal, la reproducción de calidad y la proyección genética. Es por eso que, apenas una década después, el desarrollo del complejo sorprende por su imponencia y el crecimiento, por lo que la pregunta cayó como una obviedad
—¿Cúantos galpones tienen con estos que están construyendo?
Atilio, Francisco y Tomás Benedetti se miraron entre sí sin responder y debió intervenir el capataz que está a cargo de la obra para echar un poco de luz sobre la familia.
“El otro día los contamos y eran 28, pero con estos vamos a superar los 30”, espetó el hombre con el soplete eléctrico y los electrodos en la mano.
El complejo se ubica unos kilómetros más delante de Larroque y cuenta con tecnología de punta para lo que ellos llaman el bienestar de los animales, que le garantiza la calidad del proceso, generadores eléctricos, sistemas de ventilaciones automáticos, suelos especiales para la evacuación animal y su limpieza con un sistema que permite recuperar los desechos a través de la disposición en lagunas que generarán un compost que será “la bomba” que abonará los suelos de trigo, maíz, soja y cultivos de pradera que la empresa tiene en el origen del proceso.
Pero además tiene generadores eléctricos propios, bombas de aguas autónomas, vegetación estratégicamente sembrada, césped cortado, salones especiales para inseminar las madres, complejos bien diferenciados, espacios de sanitización ya que nadie puede ingresar con ropa de calle y sin desinfección, cocinas y comedores para los empleados, maquinaria propia y camiones para transportar unos mil lechones por semana para la faena ya que -dicen- hubiesen preferido tercerizar este servicio pero es la única forma que encontraron de cuidar la sanidad del ganado que se transporta y que ingresa a frigoríficos que no son propios.
Pero esto no es todo. Como si fuera una película de ciencia ficción americana, un enorme globo plástico ubicado sobre una no menos enorme pileta de deposición de los desechos animales parece un refugio oculto de extraterrestes en medio del campo, pero que cumplirá la función de generar biogás para alimentar el complejo. El sistema cloacal es sorprendente, y no es para menos. Los Benedetti bromean con una cifra que suena como una ironía: “Es que en este complejo hay más habitantes que en Larroque”, y tienen razón.
Casi no hay olor a cerdos en la división porcinos de Tierra Greda, y es toda una extrañeza; y para no sentirse ajeno a la vida citadina, se invirtió en nodos de Internet para que la granja esté conectada.
Aquí es donde la familia Benedetti ha decidido enfocar su negocios y está invirtiendo unos 3,5 millones de dólares (623 millones de pesos a cotización de la punta vendedora del dólar blue al día viernes) y para eso se desprendió de su participación en el frigorífico Carnes del Interior hace poco menos de un año.
Si arriesgamos una simple ecuación, se podría decir que Tierra Greda invierte casi la facturación anual en lograr un 30 % de su producción porcina.
Inicios
Cuando Atilio fundó Tierra Greda tenía 25 años. Lo hizo siguiendo el impulso emprendedor de su abuelo italiano emigrado a la Argentina y su padre, que habían hecho de la actividad primaria un estilo de vida. Cuando su padre murió, él apenas tenía 10 años y era el mayor de cinco hermanos. “Hubo que apechugarla”, dice.
Licenciado en Bromatología, entendió que su vida como productor agropecuario -quizá en homenaje a sus antecesores- debía dar un salto cualitativo y concibió “la idea de un negocio vinculado a la producción agropecuaria que fue creciendo. Trabajamos mucho con semillas forrajeras para vacunos. Después fuimos evolucionando. Empezamos a incorporar tecnología a la agricultura”.
Era momento en que la ganadería se imponía como actividad principal en Entre Ríos y la agricultura era todavía muy artesanal, con el sorgo, y el lino -como cultivo de invierno- como actividades centrales. Unos años más tarde, sin grandes ambiciones, de la mano del actual Canciller Felipe Solá, comenzaba a asomar la idea de un cultivo novedoso: la soja.
“Fuimos incorporando nosotros tecnología y nos dimos cuenta de que fertilizando las tierras de Entre Ríos podían producir más y mejor trigo”, resalta.
Cuando se le pregunta si fue un pionero en esto, entiende que no lo sabe, pero sí uno de los primeros en utilizar tecnología. “Creo que en esos tiempos contribuimos con la empresa a reinstalar en la agricultura, por lo menos del sur entrerriano, en trigo y maíz”, recuerda.
Según indica Atilio, por aquellos años tenían muy pocas hectáreas, y ya se utilizaba la modalidad de arrendamiento para poder explotar la tierra. “Lo llamábamos siembra compartida, porque era una asociación con distintos productores. De alguna manera fuimos un antecedente local de los pooles de siembra que vinieron después. Nosotros proponíamos también el aporte tecnológico a partir de los ingenieros agrónomos y hacíamos una sociedad flexible que permitió desarrollar un modelo exitoso de desarrollo. Luego pasamos a la forma más habitual luego de los 2000 al hacer agricultura de escala. Hicimos durante varios años 25.000 hectáreas en el sur de Entre Ríos y 10.000 en Uruguay”, rememora el empresario.
Aquí Benedetti planta una bandera, a comienzo de los ’90, y marca el hito que lo proyectaría hacia un esquema de negocios que le permitió ser uno de los hombres de negocios más importantes de la provincia. “Me entusiasmó mucho el agregado de valor, transformar la proteína vegetal en proteína animal, y en ese estamos concentrados hoy”, revela.
Desarrollo.
—¿Fueron pioneros en el sector porcino de la provincia?
—No sé si pioneros, pero estamos a punto de cumplir 10 años con los cerdos. Para nosotros fue clave aprender en el camino. Siempre decimos que nuestro postgrado fue aprender a manejar ambientes en la crianza de pollos para aplicar en el cerdo. Fue esencial esto para poder tener resultados exitosos. Es que Entre Ríos tiene variaciones climáticas agudas y dañinas para las producciones animales. Minimizando esas variaciones, se obtienen resultados extraordinarios
—Pero hoy todas las empresas tienen este recurso como un valor competitivo.
—Sí, claro. Por algo varios están mirando los negocios de producción de carne en la Argentina y en Entre Ríos, en particular. Nuestra principal actividad productiva de la provincia es la avícola, que es la que más factura de las actividades privadas. Esto tiene que ver con habilidades, saberes y el trabajo de los entrerrianos. También es la provincia que más transforma maíz de toda la República Argentina. Y en todo caso tiene déficit.
Atilio, y sus dos hijos, Francisco y Tomás -el primero fue intendente de Larroque como su padre, pero llegó por una sucesión de hechos fortuitos ya que era concejal y actualmente es presidente de la Cámara de Productores Porcinos de Entre Ríos (Capper), en tanto que el menor prefiere mantenerse alejado de esas lides- hablan con fruición de sus proyectos y se entusiasman con seguir creciendo y reconocen el aporte que hace a la empresa Ricardo, a la sazón ingeniero, uno de los hermanos de Atilio.
Actualmente tienen unas 1.600 madres y están camino a llegar a las 2.200. “Déjeme decirle que yo admiro a estos animales. Una cerda, bien cuidada y bien tratada, con sanidad, confort y buena alimentación produce cerca de 4.000 kilos de carne por año de mucha calidad”, reflexiona el titular de la compañía, que aporta un date clave del sistema productivo.
En un diálogo afable, mientras los Benedetti recorren las instalaciones junto a Dos Florines, reconocen que los precios están acompañando el esfuerzo que está haciendo toda la cadena y por eso los chinos están mirando la Argentina. “El año pasado, para la ocasión del G20, cuando un viceministro chino vino al país, tuve un encuentro con él y me confesó que quedó sorprendido de tres cosas: de la alta tecnificación que tienen los productores argentinos, de la baja densidad de cerdos por kilómetro cuadrado y la enorme facilidad para producir país”, recuerda.
—Y Usted, ¿qué opinión tiene de la potencial inversión china en el país?—preguntó Dos Florines.
—Como todas las cosas, desearía que fueran los propios productores argentinos quienes pudieran aprovechar estas condiciones. Me preocupan mucho las condiciones con la que pueda venir a un país que estamos hambrientos de financiamiento. Ojalá que se puedan encontrar mecanismos para que armónicamente, cuidando el ambiente, los distintos actores argentinos que no están concentrados, sino que están totalmente atomizados, puedan ser los protagonistas de esta oportunidad que tiene el país — respondió Atilio, en una clara apuesta por el capital nacional.
Pero no es fácil para un país tan inestable como la Argentina, y alguna falta de audacia de los empresarios para tomar riesgos.
Es que en el sector porcino, se necesita hundir un capital importante y esperar dos años para comenzar a ver un retorno. Sin capital y sin financiamiento, se vuelve todo difícil. Para llevar adelante un proyecto de esta naturaleza se necesita de 7.000 a 8.000 dólares por madre. Esta confianza “es un insumo inexistente en la Argentina”, reflexionan en Tierra Greda, quienes reconocen que amortizar esta inversión demanda unos siete u ocho años, “con lo cual, en 10 años podrías pensar que pagué la inversión”.
—¿Cuánto está facturando Tierra Greda hoy?
—Tierra Greda factura dentro de una empresa mediana de tramo 2 —responde Atilio, que apela al espíritu curioso del periodista. El rango que utiliza la Sepyme coloca este indicador entre los 426.720.000 y los 676.810.000 pesos anuales, según la escala actualizada a junio de 2020. Cuando en los medios se publica que es uno de los diputados nacionales con mayor patrimonio, hay que buscar en estos números esa afirmación.
—¿Invertirán 3,5 millones de dólares sin crédito?
—No estamos pidiendo créditos. Es propio. Producto de fondos propios y la venta de algunos activos.
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En la cadena aviar
La primera inversión que realizaron, y que se constituye en su principal virtud de “convertir proteína vegetal en proteína animal”, fue una granja avícola que dotaron -dicen- de última tecnología. “Incorporamos equipos controladores de ambiente de Israel. Utilizamos toda una tecnología de avanzada para controlar una de las variables más complejas que tiene Entre Ríos que puede estabilizar el clima. Teníamos amplitudes térmicas muy importantes durante el mismo día”, contaron.
Comenzaron con ocho galpones de 25.000 pollos cada uno. Por entonces buscaron el diferencial en el aspecto comercial y lograron varios acuerdos comerciales que dieron buenos frutos. También innovaron con productos especiales como pollos totalmente vegetales, con gran sanidad a partir de pedidos especiales en el mundo. “Es una granja que tiene la condición de tener una excelente sanidad y de poder producir distintos tipos de requerimientos, según los mercados exportadores. En algún momento producimos mucho para Japón”, confió Atilio.
—¿Cómo era el vínculo con el exterior? ¿Tenían un socio?
—Era un acuerdo de coordinación económica. Nosotros nos ocupábamos de la fase productiva y el socio comercializador era quien colocaba de acuerdo a los requerimientos del cliente en el mercado internacional.
—Ya iban integrando la cadena vertical. Ahí está el secreto para crecer.
—Creo que el desafío es industrializar productos agropecuarios. Es decir, a partir de granos producir proteínas de mayor calidad. Por eso, hoy (por el viernes) celebramos el 75 aniversario de la FAO, y creo que el desafío es no solamente generar alimentos sino cambiar el paradigma de la alimentación, más saludable, que reúna las condiciones de una demanda de calidad que tiene que estar relacionada con mayor calidad de vida y mejor expectativa de vida.
—¿Veía que la rentabilidad estaba en el agregado de valor? ¿Lo intuyó? ¿Qué le llevó a tomar esa decisión?
—No sé si lo intuí o no, pero me parece que es una extraordinaria oportunidad. Hay que tener varias habilidades en este país: no solamente tener la visión sino también tener la capacidad de sortear las dificultades que ha generado la política argentina en los últimos 70 años, para no cargarles las romanas al kirchnerismo. Ha sido muy difícil sobrevivir en una empresa por la inestabilidad económica que ha tenido este país en los últimos 70 años.
—¿Con cuántos empleados comenzaron?
—Empezamos con uno o dos. Luego, hemos llegado a tener 200 empleados y ahora tenemos un poco menos. Pero soy un convencido de que Entre Ríos tiene un destino extraordinario y fundamentalmente en esta pospandemia la proteína animal de alta calidad, como el huevo que ahora se ha redescubierto como un alimento extraordinaria, pero también carne aviar, porcina y vacuna.
Futuro
La familia Benedetti es un rara avis en la vida política y económica en la provincia. Son amables con el periodismo y no dudan en tener un trato afable. Pocas veces se escuchan quejas de sus bocas y prefieren evitar las críticas. Tampoco hablan de sus colegas y ni mencionan al Estado provincial cuando contextualizan sus proyectos.
Como cuando alguna vez fue atacado injustamente por el urribarrismo, o cuando se lo juzgó por dejar la presidencia del Consejo Empresario para dedicarse a pelear en la política por un cargo legislativo, ahora también prefiere el perfil bajo y hubo que insistir para lograr esta nota. A la sombra de un lapacho florido, junto a sus hijos y amigos, le reconoce a estos cronistas que, con casi 66 años, es prematuro para hablar del futuro político, sobre todo con la situación del país. Pero no descarta nada. “No creo que pueda abandonar el impulso de acompañar desde donde me lo pidan”, proyecta el ahora diputado nacional.
Se muestra ufano con el rol de sus hijos en la empresa, dice que están totalmente involucrados y asegura que salir de Carnes del Interior permitió enfocar todos los esfuerzos en “la diaria” de la granja. “Creo que una empresa con los resultados que tiene no puede ser otra cosa del fruto de un trabajo diario”, subraya Atilio.
La recorrida nos obligó a erradicar cualquier idea de siesta, y el sol del viernes se funde con la seca que abate estas tierras y calor domina el sur entrerriano. Caminando a la sombra de los árboles que rodean los distintos nodos del complejo, Atilio aporta un dato conceptual difícil de advertir para quienes no estamos a diario con estas inversiones, al señalar los galpones y toda la tecnología que tienen montadas. “Fíjense: estos son parques industriales concentrados en medio del campo, en la nada misma. Es la industrialización de la producción agropecuaria. Todos los días a una granja ingresan granos transformados en alimentos y todos los días sale carne”, subraya Benedetti.
En el diálogo, se le pregunta a la familia sobre algunas críticas de amigos cercanos que le reprochan haber abandonado totalmente el paquete accionario de Carnes del Interior, justo cuando los Lequio parecen proyectarla a nivel mundial. Atilio piensa y con esa particular forma de hablar y responder mira de frente y nos dice. “Nosotros queremos seguir creciendo en cerdos, no sabemos si hacemos bien o no; pero hacemos lo que creemos que debemos hacer”. Quien sienta que pueda contradecir la estrategia, que arroje la primera piedra. Cuarenta años parecen darle la razón. La tarde termina, la visita a la granja y la entrevista también.
Francisco Benedetti dixit
—¿Cómo es el proyecto de crecimiento?
—Cuando Atilio comenzó con el proyecto de cerdos, el objetivo a largo plazo era que Tierra Greda llegara a tener un criadero de 2.000 madres. Los próximos meses vamos a estar llegando a ese objetivo. Estamos ahora con el proyecto de llegar a 3.000 madres.
—¿De dónde se proveen de insumos?
—Está totalmente desarrollado el sector en los últimos años en el país para proveer de insumos.
—¿Hay importados?
—Tenemos silos, comederos, que son de afuera. Los silos son belgas y los comederos son de Estados Unidos.
—¿Hay problemas para importar?
—Hasta el momento no hemos tenido problemas para importar. De todos modos, hay muchas granjas en el país que pueden sustituir.
—¿Cómo ven hoy el mercado? ¿Hace falta financiamiento?
—La producción del sector porcino nacional está ante una gran oportunidad por la demanda de proteínas cárnicas a nivel mundial y en particular del mercado chino. Para crecer, por supuesto que se necesita financiamiento a tasas razonables.
Cuando uno mira lo que ha crecido el sector en los últimos años, más allá de que el sector ha tenido rentabilidades muy positivas, no ha habido nuevas granjas ni nuevas inversiones por la falta de financiamiento. Si uno compara 2018 con 2019, la faena ha crecido el 2%, lo cual es muy poco en relación a algunos años anteriores y a lo tentador que es el negocio.
Este es un sector que tiene muchísimas más posibilidades de crecimiento, mirando hacia afuera y también mirando hacia adentro. Nosotros estamos hoy en casi 15 kilos de consumo per cápita promedio y creemos que podríamos estar en los 23 o 25 kilos sin ningún tipo de problemas. Cuando uno mira los cambios en los hábitos de consumo en los últimos años, hace 20 años consumíamos 67 kilos de carnes vacuna per cápita en el país, 27 de pollo y 8 kilos de cerdo. Y hoy, si se suma el pollo y el cerdo, estamos consumiendo más que el consumo de carne vacuna.
—¿Por qué está subiendo el precio en esta última semana?
—Se está dando algo inusual que el cerdo en pie está más caro que el novillo. Eso tiene que ver principalmente con la demanda internacional de la carne de cerdo.
Nahuel Amore / Gustavo Sánchez Romero
Dos Florines / https://web.dosflorines.com.ar