El año para el cerdo estuvo plagado de matices, donde después de 24 meses difíciles, la actividad sigue creciendo, pero la rentabilidad es dispar y los desafíos aún son importantes. Así se desprende del análisis que compartió el MV Jorge Brunori, del INTA Marcos Juárez, en lo que fue uno de las últimas ediciones de MOTIVAR Live en 2021.
“El precio máximo del capón superó los $180 al cierre del año, lo que a los productores les permitió recuperar rentabilidad en el segundo semestre, pero no está para tirar manteca al techo”, rompió el hielo el también profesor de la Cátedra Producción Animal en la Universidad Católica de Córdoba.
“Para aquellos que no llegan al precio máximo, porque hay un precio promedio de $143, la rentabilidad es más ajustada y está basada en la eficiencia. Sin embargo, de enero a noviembre la producción creció un 6% y un punto más si se mira la faena, algo que se lee como una buena noticia”, sostuvo Brunori. Y agregó: “En cuanto al consumo, según datos oficiales del Ministerio, estamos con un crecimiento del 4% en los primeros tres trimestres, lo que deja en evidencia la competitividad que ofrece la carne porcina”.
Un modelo a medida
En la Argentina conviven tres sistemas de producción de carne de cerdo: al aire libre; sistemas intermedios, como túnel de viento, cama profunda y salas de parto con fosa seca; y los tradicionales de confinamiento. Para Brunori, con 36 años de experiencia en el sector, si se mide en número de madres, aquellos que piensan en hasta 100, pueden optar por cualquiera de los dos primeros, pero a partir de las 200 madres, deben hacerlo confinado más o menos especializado.
“En cualquier caso, la eficiencia se mide por el número de crías por madre por año y el volumen de conversión de alimento en carne. En el primero se puede producir entre 1.600 y 1.800 kilos por madre por año, monto que, en la Argentina, usualmente estuvo por debajo”, advirtió el profesional.
“La carne de cerdo es estratégica para la Argentina”.
Y amplió: “Este sistema requiere una inversión de US$ 2.000 por madre donde un criadero de 50 madres ocupa más de 10 hectáreas y convierte cuatro kilos de alimento por cada kilo de carne. En el segundo caso, se obtienen 2.100 kilos y un nivel de conversión de 3,3 kilos; para finalmente hablar de los establecimientos confinados, donde de acuerdo a la especialización en el manejo de cada una de las etapas, van desde 2.500 kilos por madre por año y niveles de conversión de tres kilos para pasar a los mejores donde se pueden producir hasta 4.000 kilos con conversiones de 2,7 kilos de alimentos por kilo de carne, ratios cercanos a la industria avícola. En estos últimos, la inversión supera los US$ 6.000 por madre”.
Más allá del sistema que adopte, para Brunori lo importante es que el productor alcance el máximo potencial que ofrece cada sistema y pueda trabajar en favor de mejorar su productividad.
En Argentina el promedio de producción oscila en torno a los 20 capones por madre por año cuando el promedio mundial supera los 24 cada 12 meses.
“Es en el pequeño y mediano productor de menos de 200 madres donde más hay que trabajar en la eficiencia e incremento de la escala”, propuso Brunori.
Luces amarillas
“Hay dos indicadores que no nos gustan mucho”, disparó el invitado. “El crecimiento de las importaciones con un salto de más del 90% y una caída en las exportaciones en torno al 25% dejó una balanza comercial negativa después de dos años de superávit”, comparó.
“Si bien esto es solo una foto, porque el mercado mundial está en un proceso de transformación tras estar monopolizado por China, la demanda del mercado internacional se reanudará y -en la medida que podamos mover el precio del mercado interno, donde volcamos un 95% de la producción,- la industria seguirá creciendo”, alentó.
Y agregó: “Debemos buscar siempre el equilibrio sin subir tanto el precio del capón para mostrarnos competitivos en las góndolas locales y exportar”.
En ese sentido, Brunori alentó a extremar los cuidados de la sanidad para conservar el alto estatus del que goza el país.
“La sanidad es un tesoro porque te defiende y posiciona en el mercado mundial. Hay que seguir trabajando en ese sentido con los organismos oficiales. Ante los últimos acontecimientos, seguimos demostrando que estamos atentos y somos eficientes a partir del aporte de Senasa e INTA, entre otras entidades, siempre en pos de cuidar el estatus sanitario del país”, señaló.
“Hay un trabajo de CREA de 2018 que señala que el 67% de los miembros del sector porcino son menores de 50 años versus otras actividades donde no superan el 40%. Ese dato es saludable pensando en el mediano y largo plazo, sobre todo porque se observa un cambio entre los estudiantes y futuros asesores del sector en su interés para participar de esta actividad. A medida que el sector siga creciendo y tenga este cambio cualitativo será una puerta más que se le abre a los médicos veterinarios”, alentó Brunori.
Una mirada integral
“Hay que hablar de forma integral sobre la carne, porque el argentino tiene un consumo de 112 kilos entre todas las carnes, versus los 99 kilos de inicios de siglo. En ese período se resintió el consumo de carne vacuna, trepó el de carne avícola, pero se triplicó el de carne porcina”, advirtió el entrevistado en una nueva edición de MOTIVAR Live. “No hemos dejado de comer carne, ni siquiera reducido el consumo, por lo cual no hay que restringir exportaciones. Argentina lo que está haciendo -al compás del encarecimiento de la carne bovina- es sustituir su dieta con otras opciones, como la carne de cerdo”, analizó.
Y completó: “La prospectiva de la Argentina es que el consumo trepe a 24 kilos per cápita en 2030 y las exportaciones superen las 800.000 Tn, lo que significaría duplicar el número de madres en menos de una década”.
En otras palabras, Brunori sostuvo que hay que exportar toda la carne bovina que demande el mundo y esa oferta local sustituirla por carne porcina. “Se trata de una cuestión de eficiencia donde una sola cerda genera el equivalente en carne a diez novillos de exportación por año”, comparó. Y sumó: “Eso lo tiene que ver el Estado y evitar tomar decisiones equivocadas.
Así se entenderá que los argentinos seguimos consumiendo carne, pero de otras especies y de ese modo apoyar el desarrollo de la industria porcina, incentivando una mejor distribución, impulsando modelos asociativos e incrementando cadenas de frío, entre otras cosas”.
Brunori no dudó en afirmar que la carne de cerdo es estratégica para la Argentina. “Tenemos que vender con mayor valor agregado. Sólo este sector puede invertir US$ 2.000 millones para duplicar su tamaño en la próxima década. Chile exportó más de US$ 500 millones en carne de cerdo el último año, consumiendo la mitad de ese alimento proveniente de la Argentina. Nuestro país -que sólo exportó alrededor de US$ 70 millones- puede hacerlo perfectamente”, sentenció.
Facundo Sonatti
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