La importación fue un problema desde el año 1992 en el cual el recordado ministro Cavallo abrió el mercado nacional al mundo sin anestesia, pasando momentos críticos a finales de esa década, donde el 60% de lo que consumían los argentinos era materia prima (carne de cerdo) importada.
La crisis del 2001, se reflejó en el 2002 con una importación que representaba el 24% de la producción. Con altos y bajos llegamos en el 2014 y 2015 a una participación de tan solo el 3%. Hubo una estrategia del sector productor que apostó a desarrollar el mercado de la carne fresca y como tal debía ser de producción nacional Lo que se importaba era para la industria en un mercado de chacinados, detenido en el tiempo.
Pero a finales del 2015 y principios del 2016, hubo un cambio que complicó todo el buen trabajo realizado hasta el momento. Se empezó a descongelar la carne importada y venderla como “fresca”. Eso fue creciendo y hoy cerca del 50% de lo que se importa de destina a dicho mercado, en una situación totalmente anormal, engañando a la gente y perjudicando el sector productor porcino nacional.
Del 3% de importaciones con respecto a la producción nacional, pasamos a un 8% en el año 2018 y si tomamos algunos cortes en particular, como la bondiola, la cifra aumenta hasta casi el 40%.
¿Qué país en el mundo sacrifica un mercado de producción nacional por la importación y engañando al consumidor? Solo hay uno: Argentina.
¿Consulten a cualquier consumidor si compraría una carne descongelada con 3, 6 meses y hasta más de 1 año de producida, como fresca? La respuesta es totalmente unificada y sin ningún tipo de variantes: NO
¿Por qué se permite esa práctica? Nadie lo sabe o se lo delegan a “otros” que cuando son consultados dan respuestas evasivas y aclaran que “ellos” no la consumirían…
Presentaciones del sector privado ante la Conal (Comisión Nacional de Alimentos) siguen el camino de “siga participando”, un Senasa que se lava las manos desde el momento en que la mercadería sale del importador y organismos provinciales y municipales que ni tienen idea, ni saben qué hacer. En un país serio esto no ocurriría, pero recordemos que el nuestro no lo es.
El 2018 vimos cómo se fueron muchos productores del sistema y la importación tuvo que ver, colaborando para frenar la compra de los capones de dichos productores.
Si no se logra que el producto importado, que viene congelado se venda como tal, será cada vez más complicado con un Brasil Bolsonaro en expansión y un EE.UU Trump con mercado abierto y bandera verde (Es increíble escuchar a funcionarios Yankees hablando del derecho de los productores de su país al aumento del consumo de carne porcina de los argentinos).
Sus Scofra / Especial para Todocerdos