Actualmente y desde un punto de visto técnico, no se concibe la realización de una granja porcina nueva, sin la incorporación de sistemas de control ambiental que regulan la instalación. A pesar de ello son muchas las que se realizan sin un regulador adecuado o directamente sin él.
Las razones pueden ser muchas para no instalarlo, desde costos hasta el conocido “en esta zona no lo necesito, tengo un buen clima”, aseguran en el portal Porcino.Info. La realidad es que la diferencia entre instalar un mal regulador de control ambiental y no instalarlo es pequeña y, en numerosas ocasiones es de peor control.
Esto puede tener un efecto contrario en el momento de la decisión sobre si instalarlo o no, por ello es necesario informarse adecuadamente sobre los equipos disponibles.
En el mercado se pueden encontrar desde pequeñas centrales reguladoras a complejos sistemas con ordenadores centrales que regulan el ambiente, todo ello disponible con conexiones a internet, alarmas, avisos, gráficas, etc.
En realidad primero debemos estudiar a fondo nuestra instalación. Si es nueva es mucho más sencillo, ya que el diseño se integra muy fácilmente y los proyectos “llave en mano” ya tienen estudiados los sistemas óptimos para la nave.
La complicación en la elección proviene generalmente cuando las naves son viejas y tienen demasiadas secciones o cuando no siguen un sistema constructivo simple, allí la ayuda de un técnico se hace imprescindible.
El control ambiental es en definitiva un sistema de control del ambiente donde viven los animales para evitar cambios que induzcan comportamientos anómalos de los animales por situaciones de estrés o problemas sanitarios en primer lugar y productivos-económicos en segundo lugar.
Las computadoras que regulan el ambiente (es decir, los responsables del control ambiental), se basan en unos principios sencillos: renovar el ambiente aportando aire fresco, regular la temperatura manteniéndola en determinados grados y controlar la humedad ambiental.
El principal actor en este control, en contra de lo que se piensa habitualmente, son los sensores (o sondas) distribuidas por la instalación. Sin ellos sería imposible controlar de forma automática los parámetros, pero ello implica una premisa muy importante: que estén las sondas colocadas estratégicamente y que estas funcionen correctamente.
Una sonda mal ubicada da una información inadecuada que el ordenador recibe y trata de resolver creando una dinámica que podría ser perjudicial. En estas situaciones a menudo creamos más problemas que soluciones.
El objetivo de instalar el control ambiental es minimizar al máximo los problemas manteniendo a los animales en lo que se conoce como zona termoneutral, que es aquella en donde los animales apenas varían su metabolismo sin que tengan sensación de frío ni de calor y con un simple cambio de postura o localización se encuentra confortable.
El sensor de temperatura es en este caso una parte integrante fundamental y que determina en definitiva la regulación por parte del ordenador. Dependiendo de ella la ventilación, que es el principal sistema de regulación, aumentará o disminuirá el volumen de aire necesario para mantener la renovación de aire fresco rico en oxígeno del exterior y aportará una mayor corriente de aire si la temperatura sube por encima de lo deseado manteniendo el confort de los animales.
Si la temperatura sigue subiendo, entonces el sistema de refrigeración se activará aportando el frío necesario para controlar la temperatura. En caso contrario, si la temperatura desciende por debajo de lo deseable, es cuando la calefacción entra en juego aportando la energía calorífica necesaria.
Así el sistema de control ambiental debe estar interconectado y regulado de forma continua. Esto se hace evidente en las gráficas de funcionamiento, donde se puede observar que hay amplios periodos de tiempo donde llega el mismo día a conectarse la calefacción y la refrigeración, uno por la madrugada y el otro a medio día.
Este funcionamiento constante y regulado es la gran diferencia frente al manejo manual del ambiente, donde a menudo solo hay dos posiciones, la de noche y la de día, con amplias fluctuaciones en el interior de la nave.