En un extenso documento la Confederación Argentina de Ingenieros Agrónomos (Cadia) se refirió a las mentadas inversiones desde China para producir carne de cerdo para exportar a ese gigante asiático, que no ve que en el mediano plazo pueda recuperar el volumen de producción propia.
Luego de un racconto donde asume las dudas que desde el plano ideológico difumina China y los sinsabores que produjeron las presencias del imperio británico primero y estadounidense luego, los ingenieros se preguntan:
“Otra incógnita o pregunta inevitable de hacerse es: ¿cuál es la razón para que tales emprendimientos no pudiesen llevarse a cabo por empresas nacionales? Poseemos las tecnologías suficientes y la que nos falte, la podrían adquirir.
Los capitales necesarios para llevarlos a cabo, en cuanto se demuestra la posibilidad de obtener beneficios, siempre aparecen. Podrían ser empresas nacionales y/o asociadas a extranjeras. Cuando se trata de generar producción y ganancias, siempre hay gente dispuesta”.
El documento recorre las bondades que tiene nuestro país respecto a lo sanitario y la disponibilidad de agua y alimento a escala, y por ello plantea ciertos recaudos a no perder ese estatus que coloca a la producción local con un sello distintivo de valor.
También llama la atención sobre la escala que se propone alcanzar en pocos años y la necesidad de blindar el creciente consumo interno para que asuma y confirme la lógica de crecimiento que muestra desde hace algunos años.
El documento pone énfasis cuando llega al tratamiento del desafío sanitario que infiere el proyecto que viene de China:
“El origen de la genética (reproductores y semen), deberá ser distinto del chino (protección sanitaria). En este tema deberemos ser taxativos. Las vacunas y biológicos deberán ser de producción local o tener en principio otro origen. También en este tema el país deberá ser muy severo. Todo esto, a la luz de que los animales pueden contraer enfermedades zoonósicas es decir, trasmisibles a las personas.
De algún modo, estamos seguros que con estos niveles de inversión y un propósito tan estratégico, no se puede dejar ningún margen para la improvisación.
Dado que los brotes suelen vincularse con regulaciones deficientes en el desplazamiento de los animales, el comercio y el tránsito transfronterizo de productos alimenticios contaminados, es fundamental comprender estos procesos para fines de prevención, detección y gestión de riesgos, con el fin de garantizar un comercio más seguro, un crecimiento económico sostenido y la inocuidad de los alimentos en la región. Las normas provinciales y de tráfico federal deberán estar acordes al planteamiento de la producción y su destino”.
Al final y como colofón del escrito, la Cadia llega a la conclusión de que tomando recaudos el proyecto es positivo para el desarrollo de una verdadera industria de la cadena cárnica porcina. Como cierre, los profesionales agrónomos señalan:
“En nuestro país, tenemos la tendencia a sentirnos apabullados por este tipo de situaciones. Esta vez no la debemos dejar pasar la oportunidad. En las negociaciones será indispensable, la presencia de profesionales, colegas nuestros y médicos veterinarios, no solo como observadores sino como palabras autorizadas.
Las negociaciones no serán fáciles, pero esta vez, debemos ser nosotros, quienes pongamos el máximo entusiasmo y lograr asociarlos en un emprendimiento “ARGENCHINO”, que nos abra el mercado asiático en general, no solo el chino. ¡NO HAY QUE PONER TODOS LOS HUEVOS EN LA MISMA CANASTA!”
Redacción TodoCerdos