En España, la Fundación Descubre informó que un equipo de expertos integrado por investigadores del departamento de Ingeniería Química de la Universidad de Almería y el Centro de Investigación de Energía Solar CIESOL, en colaboración con científicos del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) y la Facultad de Ciencias de la Alimentación de la Universidad de Buenos Aires de Argentina, ha empleado agua salada y microalgas para depurar efluentes de la actividad porcina.
Los establecimientos para la cría y el engorde de cerdos generan una gran cantidad de desechos orgánicos, principalmente compuestos por los excrementos sólidos y líquidos del ganado y las aguas residuales procedentes del lavado de la explotación, que deben ser tratados adecuadamente para cumplir con las exigencias ambientales regulatorias, cada vez más estrictas.
La novedad de este proceso se basa es la combinación del agua salada con el cultivo al aire libre del alga marina Nannochloropsis gaditana, que actúa como medio natural para filtrar los vertidos contaminantes. Esta alga es empleada habitualmente en granjas acuícolas, ya que posee un alto contenido en ácidos grasos saludables, como el omega-3, y mejora la calidad del agua destinada evitando enfermedades.
Según el trabajo, las técnicas habituales para la depuración de los purines porcinos exigen un alto consumo de agua dulce, un recurso renovable aunque limitado. Con el objetivo de reducir su cantidad, los expertos han encontrado la forma de reemplazar el agua dulce con agua procedente del mar.
“Estos restos contienen una gran cantidad de nutrientes y compuestos contaminantes que impiden el paso de luz y como consecuencia, las algas no pueden crecer debido a la turbidez”, explicó a la Fundación Descubre el investigador de la Universidad de Almería Tomás Lafarga, uno de los autores de este trabajo.
De esta forma, la combinación de agua salada y Nannochloropsis gaditana en los tratamientos de purines permite reducir la carga de sustancias que contiene esta agua contaminada, principalmente de fósforo y nitrógeno.
“Para impedir que estos compuestos acaben en el sustrato de la tierra o contamine el ecosistema en el que se vierta, hay que tratarlo previamente y reducir su impacto lo máximo posible”.
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En este sentido, el potencial de las microalgas marinas como instrumento para el tratamiento de estos vertidos abre nuevos campos de estudio. “Estos microorganismos pueden consumir el nitrógeno que antes se evaporaba o filtraba en el suelo. Con este proceso puesto en marcha en el reactor, una vez introducidas los purines son las algas quienes se comen estos compuestos, lo metabolizan y lo transforman en moléculas de interés”, explica el investigador.
Otra ventaja de este sistema, detallado en el estudio titulado ‘Production of the marine microalga Nannochloropsis gaditana in pilot-scale thin-layer cascade photobioreactors using fresh pig slurry diluted with seawater’ y publicado en la revista Journal of Water Process Engineering, es la mejora de la calidad de la materia orgánica.
“El tratamiento de los purines de cerdo con estas microalgas disminuye en esta biomasa la aparición de bacterias patógenas, como la Clostridia sulfito-reductora, que causa diarreas y dolores abdominales, y la conocida Salmonella”, especifica Lafarga.
Según los expertos, la biomasa obtenida podría tener potencial como alimento para peces y moluscos por su alta producción de aceites grasos como omega 3.
El estudio se enmarca en el proyecto europeo del Horizonte 2020 SABANA y del proyecto AL4BIO del Ministerio de Ciencia e Innovación, en el que colaboran los centros IFAPA de la provincia de Almería.
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