Si un cerdo está bajo estrés por calor y no puede regular su temperatura se vendrá abajo y, en el peor de los casos, morirá. Esta guía publicada por Razas Porcinas, muestra cómo mantener a los animales en el interior de galpones y/o corrales a una temperatura relativamente confortable.
El estrés por calor se produce cuando la temperatura del cuerpo de un cerdo se eleva por encima de ciertos límites para cada fase; en estas circunstancias el cerdo primero aumenta su frecuencia respiratoria y luego busca oportunidades para refrescarse en el entorno como por ejemplo revolcarse. El rango de temperaturas de confort varía según la categoría, pero a modo de ejemplo, podemos decir que un cerdo de 75 Kg disminuye notablemente su ganancia de peso diaria cuando se expone a temperaturas superiores a los 23ºC.
El estrés por calor se debe evitar. Es un sufrimiento innecesario que además reduce la productividad. Los cerdos sometidos a altas temperaturas reducen sus tasas de crecimiento (hasta en 50 g./d.) y las tasas de parto pueden disminuir hasta un 25 por ciento, junto al tamaño de la camada. Mantener a los cerdos dentro de un rango de temperatura confortable permite mantener la fertilidad a lo largo del año y la tasa de crecimiento sobre todo en verano.
Qué hacer
– Comprobar el aislamiento del techo del galpón, que puede deteriorarse con el tiempo y es necesario también en invierno para mantener el calor dentro.
-Ajustar y controlar la temperatura en las zonas de alimentación, de acuerdo a la edad y la salud de los lechones.
-Comprobar que haya ventiladores suficientes para el número y tamaño de los cerdos allí alojados.
-Controlar la limpieza y el correcto funcionamiento de los ventiladores.
-Instalar alarmas que adviertan cuando la temperatura supere los niveles adecuados.
-Asegurar que los cerdos tengan fácil acceso a suministros de agua limpia en todo momento, y que haya suficientes.
– Los cerdos no pueden sudar, pero sí pueden refrescarse si su piel está húmeda. Una buena manera es proporcionarles áreas de concreto húmedo o incluso aspersores en las épocas más cálidas, para refrescarles el lomo y la nuca.