Desde siempre existieron intermediarios en el sector porcino y cumplieron una función muy importante hace más de 30 años cuando los conocimientos entre el productor que vendía y el frigorífico que compraba eran muy pocos o directamente inexistentes.
El mundo cambió y bajo el paradigma de la eficiencia se necesitó ser más competitivo y bajar los costos. Así la reducción de los distintos participantes de la cadena juntó a los que vendían con los que compraban y en algunos rubros los integró en una misma acción. Otro motivo de negociación no solo para bajar los costos, sino para pelear más firme los precios de venta, fue la cantidad y eso también cambió. Hace 30 años un criadero de 100 madres era de mediano a grande y vendía una jaula de 70 capones por mes; hoy 100 madres está considerado un criadero pequeño y vende más de 160 capones por mes.
Los intermediarios jugadores de toda la cancha, fueron reduciendo con el tiempo su lugar de acción y hoy centran su objetivo en los criaderos de menos de 50 madres y son los encargados de fijar como siempre el precio a pagar y las condiciones. Como ejemplo un capón que en el frigorífico se vende a $45.00 más IVA se le termina pagando al productor $40.00 final. Un 25% de diferencia en un mercado en que el margen total no llega al 15% condiciona fuertemente el negocio y quien lo vende a $40.00 no paga ni los costos y va derecho a fundirse, mientras otro gana plata.
No hay recetas mágicas, ni alquimias especiales. La solución es la misma de siempre, el Asociativismo de los pequeños productores para juntos gestionar la venta en cantidad. Pero hasta parece ser tan reiterado el mensaje del Asociativismo, que algunos ya no lo quieren escuchar y esperan milagros que vengan de los Gobiernos (donde no hay ni santos, ni milagreros), porque siguen prefiriendo el “mal necesario” de un intermediario, sin darse cuenta que están embargando el futuro de su negocio y el de su familia.
Sus Scofra