La noticia del acuerdo UE-Mercosur ha generado una nueva grieta en la Argentina y por supuesto no será la última. Dentro del acuerdo están los que ganan y los que pierden. En el primer caso todos los que venden commodities y en el segundo los que dan valor agregado.
Es difícil siempre convencer a todos y nadie duda de la necesidad de acuerdos, pero uno que lleva 20 años y que durante todo este tiempo las condiciones y las trabas las pusieron los europeos, no genera mucha alegría a mediano plazo.
Quizás la traba más importante esté dada en una competencia desleal de cómo participa el Estado en uno y otro bloque. En Europa durante muchos años se protegió a la industria para que pueda desarrollarse y ser competitiva. Y hasta el día de hoy la agroindustria europea tiene un sinfín de beneficios, que de no tenerlos, no podría producir.
De este lado del Atlántico y en particular Argentina, alguna industria como la automotriz y la de electrodomésticos, computadoras y celulares, tuvo protección porque generaba mano de obra. Pero lo que tuvimos en nuestro país fue una imposible carga impositiva que por un lado licuaba las protecciones de algunos sectores y generaba una carga muy pesada a todo el resto. Ser competitivos en Argentina es un sacrificio casi imposible e increíblemente, como en el sector porcino, se logra.
Pero hay que pensar que pasarán dos años de ratificaciones del acuerdo por los distintos parlamentos de cada país y ya algunos mostraron sus reparos como Francia que protege (pero en el fondo le tiene pánico) a su sector agroindustrial.
Es bueno estar contentos cuando nos invitan a una gala en el teatro Colón, pero hay que saber que estaremos en el séptimo piso (gallinero) y de pié toda la función.
Sus Scofra / Especial para TodoCerdos