El “frigorífico del mundo” es una metáfora que como la del granero o la más reciente del supermercado, hace eje en las ventas externas y deja de lado la calidad de vida de los argentinos. En esos modelos, las exportaciones de materias primas o commodities es paralela al deterioro del mercado interno.
La exportación de carne vacuna, con centro en China como cliente, crece exponencialmente mientras que el consumo interno de proteínas animales baja a su piso histórico. Es la conclusión de un informe del Centro de Estudios Sociales e Investigación Histórica de Villa Gobernador Gálvez, difundido este martes: las estimaciones para este 2019 apuntan a que el 44 por ciento de aumento de ventas externas –oligopolizadas por 10 firmas– convive con el 11 por ciento de caída en el consumo vernáculo.
En los primeros cinco meses del año en curso, las exportaciones de carne vacuna dieron un salto del 44 por ciento con China como el comprador mayor: más del 70 por ciento del total. Este avance del gigante asiático como demandante tiene base sanitaria: sus complicaciones por la extensión de la fiebre porcina, que eliminó millones de cerdos del mercado, y su necesidad de compensar la falta de esa proteína animal.
La concentración es a dos puntas, señala el Centro de Estudios. “Las primeras 10 (empresas exportadoras) concentran el 70 por ciento del volumen”. Ese decálogo incluye a Swift, Gorina, Arre Beef, Friarsa, Compañía Bernal, Frigorífico Rioplatense, Offal Exp y Marfrig. La estimación de volumen de ventas externas al cabo de este año es de 720.000
toneladas.
La concentración va de la mano de la contracción, en este caso del mercado interno: el consumo de carne bovina por habitante, según el mismo informe y en el mismo período considerado, retrocedió el 11 por ciento para estacionarse en el nivel más bajo desde 1958.
“Febrero y marzo marcaron los peores indicadores desde 1958, con 48 y 46 kilos per cápita, con un pequeño repunte en abril (48,3) y junio (49.7)”, cuantifica el testo del Centro de Estudios villagalvense.
Mala leche
La leche aumentó un promedio de 95.4 por ciento en el último año, pasando de 24 a 50 pesos. El consumo de leche fluida cayó un 13,2 por ciento en relación a 2018. La ingesta por habitante bajó a 183 litros, el registro más bajo desde 2003.
Producción concentrada, con avance de capitales extranjeros, y de menor sustentabilidad. Ese es el diagnóstico del informe sobre el sector: la faena de hembras supera el 50 por ciento, lo que anuncia una futura reducción de la
cantidad de animales disponibles.
Las razones: tamberos acosados por las necesidades financieras o la posibilidad de mejorar la rentabilidad mediante la especulación financiera en un escenario de altas tasas de interés. A un productor, explica el texto, le conviene más desprenderse de los animales y “hacer trabajar” el dinero obtenido.
Mayor consumo global promedio de carne, pocos ganadores
Desde 1961 a hoy, el consumo mundial per cápita de proteínas animales –cerdo, pollo, bovinos, acuicultura, ovinos y huevos, sin pesca y leche– creció de 93 a 500 millones de toneladas. Es decir, se multiplicó por 5,3 contra un factor de aumento de la población de 2,5 (de 3000 a 7400 millones de personas).
Esas cifras se traducen en una más que duplicación del consumo per cápita a nivel global: de 30 a 71 kilos, en promedio. El fenómeno es fuertemente dependiente de los alimentos balanceados (75 por ciento de maíz y el resto de soja).
El total del comercio internacional de carnes de los últimos años estuvo en torno a los 30 millones de toneladas. La estrella es el pollo, con unos 13 millones. Le siguen los vacunos (9,5 millones) y el cerdo (7,5 millones).
El panorama se modificó con la aparición de la fiebre porcina en China, que tiene la mitad de los cerdos del mundo. La República Popular perdió el 39 por ciento de su rodeo, con lo que globalmente cayó entre un 20 y un 25 por ciento la existencia porcina global.
El estudio señala que esta coyuntura abrió dos consecuencias: una gran demanda a los países exportadores y un gran problema para exportadores de soja y maíz que alimentaban a los animales. Argentina cuadra en ambos ítems.
El Consorcio ABC (Argentine Beef Consortium) calcula que en esta coyuntura global la industria local puede llegar a exportar un millón de toneladas por un valor de 6500 millones de dólares anuales.
La faena no derrama
La mejora del sector productivo no lo es para todos sus actores, enfatiza el Centro de Estudios en su informe. En 2015, los obreros de la carne cobraban en promedio cinco dólares la hora. Hoy, apenas 2,8. La última devaluación redujo, de un mazazo, el salario en un 50 por ciento, mientras que en paritarias se acordó una recomposición salarial del 36.
Los frigoríficos exportadores ganan, los otros no: los que faenan para el consumo interno sufren la caída de la demanda, y no son pocos, porque representan el 80 por ciento de la producción total. Solo en Santa Fe, hay 11 plantas que solicitaron Procedimientos Preventivos de Crisis para evitar suspensiones y despidos.
Ganadores de adentro que miran afuera
El sector exportador es altamente concentrado y extranjerizado: cinco grupos concentran la mitad de las exportaciones. Se favorecen de los costos internos licuados por la devaluación, a lo que se suma la creciente demanda internacional.
Entre enero y septiembre últimos, la exportación de carne vacuna creció casi 73 por ciento anual. El país exportaba en 2017 uno de cada 10 kilos de producción, y ese porcentaje se duplicó en septiembre de 2018.
La provincia de Santa Fe no es privilegiada, en conjunto, en este contexto, sigue el estudio villagalvense. Sólo el 20 por ciento de los frigoríficos instalados en su jurisdicción exportan. Ellos son los ganadores claros: el Swift de Villa Gobernador Gálvez multiplicó por siete su facturación en pesos entre 2015 y 2018. Fue el que más faenó en 2017, con 370.759 cabezas.
Fuente: elciudadanoweb.com