Carlos Alguacil es mendocino y su familia construyó una tradición agrícola que lleva varias décadas y un par de generaciones laborando la tierra. Papa, maíz y maní en Córdoba, con centenares de hectáreas bajo riego, y papa y cebolla en Mendoza administrando el agua que baja rauda del deshielo andino.
“Es mi primera experiencia ganadera. Y tomé contacto con la producción de cerdos en unos de mis viajes en Europa, donde hay una tradición muy fuerte en la porcicultura, con parámetros altos sobre bienestar animal y aprovechamiento circular de los desperdicios. Me pareció un desafío atractivo y Argentina tiene todas las condiciones para crecer y ponerse en cierto tiempo a la par de algunos países europeos”, relata Alguacil memorando la génesis de este proyecto que comienza en la provincia de Mendoza.
La Pega es una localidad ubicada en el Departamento Lavalle, ubicado al suroeste del departamento y al norte de la provincia de Mendoza. Un pueblo que ha forjado su futuro a partir de viñedos y plantaciones hortícolas.
“Dimos con este lugar porque queríamos hacer esta experiencia productiva en Mendoza y porque dimos con un intendente con una mirada de desarrollo que hizo que decidiéramos anclar nuestro proyecto aquí” dice Carlos Alguacil, con cierto afán de rescatar aliados que hicieron viable este proyecto.
“Lavalle nos recibió con los brazos abiertos, facilitándonos todos los pasos para que podamos poner en marcha la granja que no solo respeta todas las exigencias sino que marca una referencia posible de convivencia sostenible con el medio”, subraya con aprecio Carlos Alguacil, propietario y mentor este sueño productivo que tendrá como etiqueta comercial el de Porcícola Santa Julia SAS.
El otro puntal del proyecto fue el médico veterinario Ariel Cogo, con vasta experiencia en producción porcina en el CIAP Inta Luján y en asesoramiento de granjas en la ondulada llanura bonaerense. “La idea era hacer concurrir una cierta escala con la estrategia de buen trato animal: todo en cama profunda para más 300 madres!!”, cuenta Ariel Cogo para dar dimensión a las variables que debía desentrañar.
“La apuesta por este tipo de granjas con base en pilares fundamentales como la baja inversión con alta productividad, el bienestar animal, el cuidado del ambiente y la calidad de carne, no había tenido hasta ahora estas dimensiones con todas sus categorías en el mismo sistema. Porcícola Santa Julia en Lavalle (Mendoza) será a partir de ahora la referencia en toda la región para el sistema de producción en cama profunda con túneles de viento”, precisa Cogo.
Una experiencia para seguir de cerca
Carlos Alguacil habla pausado, reflexivo, pariendo un proyecto que ha sido pensado y diseñado atendiendo a estándares que reúnen alta eficiencia productiva, buen trato animal y desarrollo local y territorial. Representa, aunque en una escala de dimensiones importantes, el modelo de producir allí donde haya agua, alimento y conocimientos. El cerdo es noble, se adapta, arraiga familia, ha promovido prácticas de sustentabilidad ambiental, y vive un momento de sostenibilidad económica, elementos centrales en cualquier proyecto productivo.
“Queríamos que fuera en esta región y nos dispusimos a buscar el sitio correcto. Encontramos una finca, con un par de hectáreas de vides que rescatamos e integramos al proyecto y junto a integrantes de mi familia y colaboradores tiramos las primeras líneas de este proyecto”, cuenta Alguacil.
Integraron un tractor, los depósitos de cereal y la planta de alimento balanceado en silos premoldeados. El maíz se produce allí cerca en un área de 100 hectáreas de tal modo que la logística le asigne viabilidad al proyecto que constituirá un eslabón que se integrará a la faena y la comercialización. “Tenemos datos de que Mendoza produce solo el 15% de la proteína animal que consume y tenemos pensado asistir a esa demanda creciente”, planea Alguacil.
Los galpones ocupan 5 de las 20 hectáreas de la chacra. Se utiliza paja en las camas y cuando se relevan se destina a abono en plantaciones de tomate, ajo, cebolla y sandía. La estructura tiene 36 túneles de tres metros de alto.
Ariel Cogo tira algunos trazos de esta experiencia productiva: “Serán 320 madres productivas con el mayor nivel tecnológico, con prácticas de respeto a principios de bienestar animal. La gestación se hará con sistemas de alimentación electrónica, se insemina artificialmente, maternidad a jaula abierta. El destete y la terminación se realiza en túneles de engorde de cama profunda, con alimentación automática”.
La genética es de excelencia porque se apunta a los más altos estándares de calidad y se aprovecharán subproductos y productos regionales con la doble finalidad de disminuir costos de producción y agregar valor en origen convirtiendo residuos en materias primas.
La médica veterinaria Gisela Pontoni tendrá a su cargo el cuidado sanitario y para ella también será un desafío este proyecto de semejante magnitud en galpones de cama profunda. “No hay experiencias en el país ni en Latinoamérica en granjas de este tipo con esta escala”, aclara quien tendrá a cargo la dirección técnica del criadero.
Por Osvaldo iachetta / Redacción TodoCerdos