1 Biodigestor de residuos orgánicos
En España se sacrificaron más de 46 millones de cerdos en los nueve primeros meses de 2020, según las últimas cifras del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Las comunidades que lideran la cabaña porcina nacional son Aragón, Cataluña y Castilla y León. Pero además de productos cárnicos, los cerdos también desechan purines y otros residuos orgánicos que tienen un alto impacto ambiental en el suelo, el agua y la calidad del aire.
Hasta ahora, estos residuos de granjas y mataderos se trasladan a plantas especializadas para su gestión residual. Mientras, las zonas de gran concentración de explotaciones pecuarias provocan más de un quebradero de cabeza a las estaciones depuradoras de aguas residuales (EDAR) por la intensidad de la carga de purines, grasas y otros restos altamente contaminantes que deben gestionar.
Uno de los principales impactos ambientales de las granjas porcinas es la contaminación por nitratos de los acuíferos, que acaban infectados para siempre.
“A grandes problemas, grandes soluciones”, debió pensar hace un lustro Julián Ramos, entonces alcalde de Guijuelo, un pueblo salmantino que depende fundamentalmente de la industria chacinera. Además del impacto que genera su próspera actividad local, comparte con muchas áreas rurales el problema de viabilidad futura que plantea la despoblación gradual ante la falta de una economía diversificada y sostenible o de otras novedosas oportunidades sociales.
Balsa de la depuradora de purines
Para encontrar una solución a la necesidad de fomentar su industria y al mismo tiempo buscar una solución integral para que sus residuos dejaran de serlo, el Consistorio pidió ayuda a la empresa que gestiona el agua en la localidad, Aqualia. Con ese propósito comenzó a diseñar una propuesta de biofactoría que aprovechara las instalaciones de una sobredimensionada EDAR. Así surgió el ‘Proyecto Advisor’, para favorecer la bioeconomía local.
Desde entonces, la EDAR no ha dejado de cumplir su función de devolver al medio natural agua depurada de buena calidad. De hecho, ha mejorado el balance de los niveles de nutrientes, ya que los lodos de la depuración contienen más carbono y menos nitrógeno. Pero aún ha dado un paso más allás para convertirse en una biofactoría de energía y recursos con varios subproductos: biogas, biofertilizante y bioplástico, todo ello en el mismo lugar, lo que reduce los costes de transporte y logística de la gestión de residuos y redunda en una disminución de las emisiones de CO2 de los procesos.
Planta de tratamiento del proyecto
La jefa de innovación de la Zona 1 de Aqualia, Marta Casao, destaca a Planeta A el impacto del proyecto en la economía local al potenciar su motor económico a la vez que da salida a los residuos que genera su industria: “un residuo generado en Guijuelo que se queda en Guijuelo".
Los industriales se quejan de los altos costes de gestión dada la escasa oferta de plantas de tratamiento y de la distancia del transporte, y la iniciativa minimiza enormemente los costes de gestión de los residuos e impulsa otros negocios sostenibles vinculados a la industria cárnica, como la obtención de un abono con alto valor fertilizante o biometano (bioGNC) para ser utilizado como combustible en vehículos, o bien en las calderas de calentamiento de instalaciones municipales, aunque también puede distribuirse a través de la red de gas natural.
De la depuradora al auto
Por su parte, el director del área de ecoeficiencia de Aqualia, Víctor Monsalvo, ha detallado como el proyecto logra transformar en la propia depuradora los desechos del ganado en biocombustible de metano para vehículos que pueden repostar en una ‘biogasinera’. Para este experto se trata de "la única depuradora que utiliza biorresiduos industriales en España para producir combustible verde aplicable a cualquier vehículo que ya emplee gas natural comprimido, sin necesidad de adaptarlo”, explica.
La apuesta es la movilidad sostenible, pero el técnico asegura que la versatilidad de esta tecnología puede conseguir que España disponga de una red de biogas nacional “más verde” que permita incluso llegar a las viviendas en forma de energía renovable para agua y calefacción en sustitución del gas natural de origen fósil.
Esta posibilidad abre la puerta a contar con un biogas que logre un ansiado abaratamiento del precio del gas convencional, reducir la dependencia energética del exterior con sus riesgos geopolíticos y de mercado asociados y crear al unísono industria, conocimiento, tecnología y empleo local.
Tanques de digestión de la depuradora de Guijuelo.
“Guijuelo tiene una gran movilidad de transportistas que podrían emplear este biocombustible en cualquier ‘biogasinera’ aunque, de momento, la escala del proyecto está pensada para su uso en vehículos e instalaciones municipales”, aclara. En la actualidad en España existen nueve estaciones de recarga con combustible de este tipo para vehículos, de las que 6 han sido desarrolladas por Aqualia (Chiclana de la Frontera, Jerez, Almería, Lérida, Guijuelo y Granada).
Tampoco es menor el ahorro que fomenta este bioGNC de tecnología patentada como ‘Abad Bioenergy’. Según sus cálculos, Monsalvo estima que mientras el coste de recorrer 100 kilómetros en un coche diésel es de unos 5 euros (con un consumo de 5 litros/100km), con uno propulsado por gas natural convencional (GNC) ese monto se reduce a 3,6 euros. Pero la diferencia es más notable si cabe con el bio-GNC desarrollado en Guijuelo, con el que el desembolso económico para hacer la misma distancia baja a 1,8 euros.
En resumen, el ahorro anual puede llegar a los 32.000 euros calculando que, de momento, la planta puede atender al suministro de 90 vehículos que recorran de 15.000 a 20.000 kilómetros al año.
Plástico orgánico y fertilizante
Otra de las soluciones que propone esta iniciativa de economía circular pasa por el tratamiento integral de los residuos industriales sólidos junto con los lodos de la EDAR para obtener un ‘bio-fertilizante’ orgánico, “muy rico” en nitrógeno y fósforo que se puede utilizar para abonar de manera controlada los cultivos de la zona.
Y para buscar un máximo aprovechamiento, con las grasas restantes de todo el proceso de separación, digestión y conversión la planta es capaz de obtener el tercer subproducto: un biopolímero, es decir un bio-plástico de alto valor. Así, "de los restos que sobran del cerdo y las grasas de la depuradora, podemos lograr un papel film de calidad alimenticia para guardar nuestros alimentos en la nevera”, afirma el experto.
De momento, el proyecto de Guijuelo es el más importante del mundo en emplear esta tecnología. Pero Víctor Monsalvo cuenta con que el récord se superará pronto porque la propia Aqualia ya está construyendo una nueva planta en Lérida, en las instalaciones de la cervecera Mahou-San Miguel, que tendrá la capacidad de tratar el caudal residual que general el 80 por ciento de la industria agroalimentaria en España.
Por
Eva González / www.elconfidencial.com
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