El analista australiano Andrew Whitelaw, de la Consultora Thomas Elder Merkets, afirma que hay razones para desconfiar de las estadísticas oficiales chinas. Estas cifras sostienen que el número de cerdos de ese país ya está hoy en el 80 por ciento de los niveles previos a la aparición de la fiebre porcina africana, y que en 2021 se logrará la recuperación total del rodeo.
En los años 2019/2020, la dramática reducción del rodeo de cerdos llevó a una caída del orden de las 16 millones de toneladas en la producción local de carne porcina. Pese a las importaciones masivas de todo tipo de carne, el déficit de proteínas el año pasado fue todavía de 10 millones de toneladas.
Whitelaw se pregunta: “Si la producción de cerdos se ha recuperado –según las estadísticas oficiales– y ya está cerca de los niveles previos a la crisis, ¿por qué los precios del cerdo se encuentran a principios del 2021 un 140 por ciento por encima de iguales semanas de 2019? Si la producción se ha recuperado, ¿por qué las importaciones de todo tipo de carnes siguen siendo extremadamente altas?”.
En diciembre último las compras chinas al exterior fueron cercanas al millón de toneladas, el segundo registro más alto de la historia, muy cercano al récord. El Ministerio de Agricultura chino ha realizado en septiembre último una autocrítica sobre la consistencia de las estadísticas ganaderas oficiales. No sería la primera vez que las estadísticas estatales pequen de optimismo y deban ser corregidas.
El consultor australiano sostiene que la producción china de carne de cerdo –a diferencia del stock– se estaría recuperando a una velocidad mucho menor de lo que dicen las estadísticas oficiales. ¿Las razones? Por el menor peso de faena, por la pobre calidad genética promedio de los animales que han sobrevivido a la peste, por la baja productividad de las madres y por la reaparición de varios brotes de enfermedades como la aftosa o nuevas cepas del virus de la peste porcina africana. Este último problema, que estaría originado en el uso de vacunas ilegales, preocupa especialmente a las autoridades, que daban por cerrado el capítulo de la fiebre africana.