Señala un informe del Departamento de Producción Animal (U.D. Etología, Bienestar Animal y Etnología), de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Murcia que “durante mucho tiempo este tipo de comportamiento anómalo estuvo presente casi exclusivamente en la etapa de engorde, si bien en los últimos años comienza a observarse en lechones destetados a una edad temprana y en aquellos criados sobre suelos emparrillados”.
Añade que “este comportamiento anómalo se ha agudizado a medida que se ha ido intensificando la producción y el ambiente se ha transformado en un medio cada vez más artificial, convirtiéndose en uno de los problemas etológicos más comunes, sobre todo en los cebaderos, pero a la vez en uno de los problemas más difíciles de explicar dado su etiología multifactorial”. Este aspecto junto con el hecho de que muchas de las mordeduras son esporádicas e inapreciables ha ocasionado que sea un fenómeno difícil de inducir experimentalmente.
La mayoría de las hipótesis etológicas que intentan explicar el fenómeno coinciden en señalar que se trata, en principio, de un comportamiento natural como el pastar, el hozar, incluido en el comportamiento exploratorio pero que se transforma en una conducta anómala no por la conducta en sí, sino por el objeto hacia el que va dirigida cuando las condiciones ambientales no son las adecuadas, agudizándose las consecuencias patológicas cuando el cerdo está estresado.
Relación entre caudofagia y género
Investigadores de la Universidad de Wageningen (Holanda) estudiaron el efecto del género sobre la caudofagia.
El reporte publicado por el portal 3tres3.com indica que los animales fueron alojados en grupos de un solo sexo o en grupos mixtos y se registraron: a) número de días antes de que el 40% de los lechones presentara daño en la cola (punto de incidencia del 40%) y b) número de días durante los que se observaron daños en la cola en un lechón (duración de los daños en la cola).
Durante el período de observación (32 días), 3 veces por semana se registró la presencia de colas sin daños, con marcas de mordedura o bien con heridas en un total de 700 lechones destetados.
Tras la aparición de la caudofagia, todos los grupos de hembras presentaron una disminución en el punto de incidencia de daños en cola del 40% (10,9 días) en comparación con los otros grupos (promedio de 16 días). También en todos los grupos de sólo hembras, la duración del daño en la cola fue mayor (20,2 días) en comparación con los demás grupos (promedio de 16 días).
Se detectaron varias interacciones entre el género y el tipo de mezcla; los machos en los grupos de ambos sexos presentaron una disminución del punto de incidencia del 40% y una duración de daños en la cola más alto que las hembras en grupos mixtos.
Los resultados indican que las hembras son más propensas a morder la cola en comparación con los lechones machos.
Además, al final del período de observación, el daño en la cola se había desarrollado a niveles altos en todos los grupos y, en ese punto, las diferencias entre los grupos de solo hembras y los demás grupos eran inexistentes.