La tendencia mundial en sanidad porcina está llevando a los países a restringir, e incluso descartar, el uso de antibióticos. En consecuencia, la buena alimentación de los animales será clave, ya que estas medicinas podrían ser sustituidas por dietas novedosas. John Patience, profesor e investigador de la Iowa State University (EE.UU.), visitó la Facultad de Agronomía de la UBA (FAUBA) para dictar un curso de postgrado y explicó su visión del futuro de la nutrición, la sanidad y la industria porcina en el mundo, en los Estados Unidos y en la Argentina.
“En muy poco tiempo, la industria de los cerdos prácticamente no va a usar antibióticos destinados a los seres humanos, salvo en situaciones muy particulares. De hecho, gran cantidad de productores en Estados Unidos dejaron de usarlos —un ejemplo es la penicilina— por cuestiones de compromiso social; simplemente, ya no los utilizan. Cada vez hay más restricciones para empleo, no sólo en mi país (EE.UU.), también en Canadá y en Europa”, dijo Patience.
Para el investigador, aunque el desafío es asegurar que los antibióticos sean destinados a preservar la salud de la gente, al mismo tiempo, tanto los productores como los científicos deben seguir cuidando la sanidad de los cerdos. Por esa razón, él y su grupo están investigando alternativas de cómo componer nuevas dietas, ricas en ciertas fibras que mejoren la salud del tracto intestinal porcino. “Estamos convencidos de que con ellas podemos cuidar y mejorar la salud de los cerdos”, afirmó.
“Además de la sanidad me interesa mucho el uso de la fibra en nutrición porcina, ya que es una buena fuente de energía. Mi línea de investigación actual tiene que ver con la energía; evaluamos cómo se la proveemos al cerdo y cómo éste la usa. Es un tema complejo, ya que los animales no sólo reciben energía de las fibras, sino también del almidón, de las grasas, etc. Usan esas fuentes con distintos grados de efectividad según la destinen a generar grasa corporal, grasa intramuscular o para mantener el cuerpo. Hoy, manejar esa eficiencia es clave dado que la energía es cara”, señaló el científico.
Nuevas tendencias en nutrición
Más allá de la reducción en el uso de antibióticos, John Patience reseñó otras tendencias importantes actualmente. “A nivel mundial, el aumento de la eficiencia en el uso de la energía es una meta y una necesidad. La energía es una parte clave de la alimentación de un cerdo, así que aquellos productores capaces de adquirir alimentos energéticos a bajos costos y de usarlos más eficientemente serán los más exitosos en producción porcina. Esto es válido tanto para Estados Unidos como para la Argentina, donde los costos del maíz y la soja no difieren demasiado”.
“La producción porcina de punta marcha hacia lo que se llama una ‘alimentación de precisión’, que es una tecnología orientada a no sobre- ni subalimentar a los cerdos. Su implementación exitosa tiene dos consecuencias positivas: se usa el dinero estrictamente necesario para nutrir a los animales y el estiércol no se enriquece innecesariamente con nutrientes, lo cual es bueno ya que luego se requiere un manejo muy cuidadoso al aplicarlo al suelo”, sostuvo Patience.
Patience, quien dictó el curso ‘Nutrición y Manejo de Sistemas de Producción Porcina’ en la Escuela para Graduados ‘Alberto Soriano’ (FAUBA), mencionó que otra forma de aumentar la eficiencia es a través del empleo del estiércol como fertilizante. “Es importante usarlo para mantener la calidad del suelo. En todo el mundo existen distintas restricciones a este uso del estiércol. En Europa, por ejemplo, está muy limitado, mientras que en USA fue regulado para no aplicar más nitrógeno al suelo del que remueven los cultivos. Es una excelente herramienta, pero debemos usarla de forma sustentable”.
Cerdos especiales
“En el futuro, la forma en que alimentamos a los cerdos y cómo eso afectará su calidad va a jugar un papel clave en la industria porcina”, puntualizó el investigador, y agregó: “Habrá dos mercados que ahora están evolucionando y van a ser más grandes en el futuro. Uno es el del cerdo commodity, producido, procesado y comercializado en la forma estándar, que se puede encontrar en las góndolas a precios accesibles. Luego, el cerdo especialidad, para el que importa cómo fue criado, la grasa de su carne, su sabor o el tamaño del lomo”.
En relación a estas especialidades, Patience comentó que hay una gran controversia acerca de alimentar a los cerdos con determinadas dietas para darle distintos sabores a su carne. “Mi visión es que cambiar la dieta o la genética para saborizar la carne posee un impacto mucho menor de lo que la gente piensa. Existe un ‘folklore’ en este sentido. Nosotros llevamos a cabo paneles de degustación profesional con carnes de cerdos alimentados con distintas dietas y nunca obtuvimos resultados en este sentido”.
“Hoy sabemos que cambiar la dieta puede modificar la composición de microorganismos del tracto digestivo de los animales, lo que se conoce como microbioma. Ahora bien, alterar el microbioma es simple y analizarlo en laboratorio es relativamente barato; la cuestión es que esa alteración produzca un cambio sensible en el desempeño del cerdo o en su salud. Es necesario profundizar las investigaciones en este nuevo campo”, sostuvo el investigador.
El panorama porcino en la Argentina
En su actual visita a nuestro país, John Patience recorrió algunas explotaciones porcinas y reconoció similitudes y diferencias con las de EE.UU. “Puedo decir que de las pocas empresas que visité aquí, las de terminación de cerdos lucen muy similares a las de Estados Unidos. Nutricionalmente, los programas de alimentación de cerdos en mi país y en Canadá son algo más complejos que las dietas en la Argentina. Aquí poseen menos ingredientes, 2 ó 3. En Canadá, una dieta típica tiene entre 5 y 7, y en EE.UU., de 3 a 5”.
“Por lo que veo, la industria argentina está evolucionando y se mueve en una dirección similar a la del primer mundo. Las empresas que visité, grandes productores en su mayoría, me dejaron una impresión muy buena. Están en el tope de la tecnología”, destacó el investigador.
Para finalizar, Patience avanzó en su caracterización de los grandes productores del sector. “A partir de esta y de otras veces que estuve en este país, puedo decir que los productores porcinos argentinos son como los productores de muchas partes del mundo: están interesados en la ciencia, en producir carne de calidad, en incorporar tecnología y en ser más eficientes. Todos los que conocí quieren mejorar, y esto sucede tanto acá como en EE.UU. y en Canadá. No se conforman con quedarse tal como están hoy, siempre busca mejorar y evolucionar”.
Por Pablo Roset – SLT-FAUBA