Antes de comenzar, inquirió al auditorio: ¿quiénes son los productores que tienen personal en la granja?
Solo dos asistentes levantaron la mano, y Cuevas hizo una mueca de sorpresa, quizás sorprendido por los pocos emprendedores que tenían personal en su establecimiento. De todos modos su tema de exposición tenía que ver con las personas, más allá de la relación que las uniera con el dueño, que se desempeñaban en las unidades productivas de nuestra región. Claro, el primer dato diferenciado es que en Argentina la producción está más diversificada en tamaño y espacialmente, a diferencia de lo que ocurre en el país trasandino.
Si bien preanunció que a mediano plazo las granjas de mediano y gran porte estarán todas robotizadas, hizo hincapié en los modo de relación que se deben construir en las granjas porcinas, pues todo hace a la eficiencia productiva y a los parámetros que intervienen en la producción de información y la trazabilidad de los alimentos, elementos esenciales a la hora de buscar asistir a mercados cada vez más preocupados por la génesis de la proteína que se lleva a la mesa. Y la preocupación por el bienestar animal es una de ellas.
Leonardo Cuevas se refirió a la sensibilidad, la comunicación y la percepción productiva como aspectos de una necesaria inteligencia emocional, a la que relacionó de modo directo con la producción. “Necesitamos crear ámbitos para comunicarnos adecuadamente, socializar los problemas y asumir colectivamente la búsqueda de soluciones. Saber percibir a los animales, reconocer sus necesidades a partir de su comportamiento. No debemos perder de vista que el bienestar animal será un parámetro determinante en la búsqueda de mercados globales, sentenció el especialista chileno.
Cuevas sugirió al auditorio la realización de un severo diagnóstico, al preguntarnos: ¿qué cosas no estamos haciendo bien? Y acto seguido se refirió a los temas de bioseguridad, que no parecen integrar la agenda urgente del nuestros productores, y para dar carnadura al tema se refirió a los mecanismos que se crean en las granjas para evitar el ingreso de enfermedades, y allí fue determinante: “Las enfermedades ingresan a los establecimientos por fallas humanas”.
Luego se detuvo en los necesarios espacios para cuarentena de animales a ingresar, y a las barreras sanitarias que se deben concebir en la prevención. Otro párrafo trascendente lo constituyó la higiene personal y la instalación de duchas, particularmente.
La bioseguridad debe jerarquizarse
Luego de la exposición, Todocerdos dialogó con Leonardo Cuevas para precisar un poco esta cuestión a partir de reconocer que son prácticas recurrentes en nuestra región.
–En el cluster porcino de Oncativo se integran las etapas de maternidad, recría y terminación, y esto implica el transporte de un sitio a otro, con el consiguiente riesgo que deviene de ese traslado. ¿Qué cosas se deben tener a recaudo respecto a esto?
-Hay dos aspectos que debemos tener en cuenta: la bioseguridad es un manejo que debemos tener a lo largo de toda la cadena. Pero es el sitio 1 desde donde se deben asumir los riesgos más altos y me estoy refiriendo al ámbito de reproducción, pues tienen altas chances de infectar a los sitios 2 y 3, de tal modo que debemos poner énfasis en aumentar la inmunidad y limitar riesgos a los sitios que los suceden en la cadena.
El otro aspecto, cuando tenemos integraciones, cada sistema productivo es un lugar donde se pueden crear riesgos sanitarios, y por lo tanto la medida más inmediata es impedir el ingreso de vehículos contaminados a sectores donde se realiza la entrega de animales Los vehículos que van tanto a las granjas como a los frigoríficos deben tener períodos de resguardo. Los niveles de bioseguridad deben ser altos y en cada lugar de la cadena de integración.
Osvaldo Iachetta