En el último año los productores porcinos de Argentina invirtieron 80 millones de dólares en ampliar su capacidad productiva, incorporando a sus planteles 13.000 nuevas madres y así alcanzar un stock a nivel país de 271.000 cerdas en producción.
Ello significó redoblar esfuerzos ante la caída en el stock de 5.000 madres en 2019, como consecuencia de la sequía de la campaña agrícola 2017/2018 y la crisis económica desatada entre mayo y agosto de 2018, acontecimientos que provocaron fuertes aumentos en el precio del maíz (principal insumo), costo del capital por mayores tasas de interés y debilidad en la demanda por menor poder adquisitivo de la población. No obstante, el número de granjas porcinas con 100 madres o más se redujo 7% entre los años 2018 y 2020.
La producción de cerdos en Argentina ha crecido de manera sostenida en los últimos 10 años, apuntalada por grandes inversiones en sanidad, genética, nutrición animal, infraestructura, entre otros rubros, aspectos que a su vez permitieron lograr una aceptación creciente por parte del consumidor local. A ello se sumó una fuerte demanda externa por parte de China y países del sudeste asiático ante el avance de la Peste Porcina Africana a lo largo del año 2018, con sus efectos devastadores sobre el stock porcino de los países afectados.
Sin embargo, la aparición y fuerte expansión del Coronavirus (COVID-19) a nivel mundial desde fines del año 2019 y las consiguientes medidas de aislamiento preventivo aplicado por los diferentes gobiernos, ha provocado una drástica caída del consumo. Puntualmente en nuestro país, uno de los sectores más afectados por la pandemia es el turismo y los servicios de esparcimiento tales como Hoteles, Restaurantes y Catering. Estos rubros representan un canal gastronómico de gran demanda de cortes porcinos, impactando de lleno en la actividad.
Ello se vio reflejado en una caída del 2% en el nivel de faena por parte de frigoríficos en el mes de marzo respecto a igual mes del año 2019. Incluso en el primer bimestre del año el consumo per cápita bajó 0,5 Kgs por habitante en términos interanuales.
En los últimos días han circulado informaciones de productores que no conseguían compradores para su producción, donde al no faenar los capones estos entran en una etapa de alta ineficiencia en la conversión del alimento a carne y desmejoran parámetros de calidad ligados a los gustos y preferencias del consumidor (por ejemplo, cantidad de grasa). Ello implica menores precios a la hora de la venta y en casos extremos la necesidad de sacrificar los animales debido a una pérdida de dinero creciente. Actualmente las granjas porcinas se encuentran sobrepobladas y los precios recibidos por el productor se han reducido en gran medida.
El mes de abril seguramente registrará una caída interanual mayor en la industrialización a la observada en marzo, ya que el número de días con cese de actividades y sin circulación de población fue mayor al mes previo, escenario que también se extendería al mes de mayo.
Es urgente que desde el Estado se establezca protocolos para la normalización de las actividades económicas y el levantamiento de la cuarentena a una velocidad mayor a la que viene realizando, así como apoyo para la colocación en mercados externos del excedente de producción que permitan descomprimir el mercado interno. De lo contrario, estaremos dando la espalda a un sector productivo que viene invirtiendo año a año en la economía real (entiéndase no financiera), creando puestos de trabajo, pagando impuestos, entre otros aportes socioeconómicos.
Por: Lic. Ramiro Farias