«Fue el peor semestre de los últimos 20 años» dijo al productor porcino Mario Aguilar Benítez, de Establecimientos Las Chilcas, en el marco de una entrevista que mantuvo con Del Campo a la Mesa en la que reflexionó sobre el año que atravesó el sector.
El aumento de costos operativos, con la energía como principal protagonista, sumado a los altos stocks y una demanda pinchada, fue factor determinante en la baja rentabilidad durante los primeros meses del año. La inflación y la devaluación también impactaron en los precios de insumos clave como el alimento balanceado, que constituye el mayor porcentaje de los costos de producción porcina. Este contexto obligó a muchos productores a ajustar su estructura de costos y, en algunos casos, a reducir sus volúmenes de producción para mantenerse a flote.
A estas dificultades se sumó una caída en el consumo interno de carne de cerdo, afectado por la retracción del poder adquisitivo de los hogares argentinos. Aunque el consumo de carne porcina ha crecido sostenidamente en los últimos años, esta tendencia se detuvo abruptamente en la primera mitad de 2024, dejando a los productores en una situación de sobreoferta y precios deprimidos en el mercado.
No obstante, el panorama comenzó a cambiar durante el segundo semestre. Diversos factores contribuyeron a una leve recuperación, destacando la estabilización de algunos costos y una mejora en la demanda interna. Además, las exportaciones ganaron protagonismo, ayudando a descomprimir el mercado local y generando ingresos adicionales para el sector.
La resiliencia demostrada por los productores fue clave para superar las adversidades. Muchos adoptaron medidas innovadoras para optimizar recursos, como la implementación de tecnologías más eficientes en sus sistemas de producción y la búsqueda de nuevos mercados. Esta capacidad de adaptación no solo les permitió sobrellevar el mal trago del primer semestre, sino también sentar las bases para un 2025 más prometedor.
De cara al futuro, el desafío sigue siendo fortalecer la competitividad del sector. Esto implica trabajar en la reducción de costos estructurales, mejorar la articulación entre productores e industriales, y seguir explorando oportunidades en el mercado externo. Además, será fundamental contar con un contexto macroeconómico más estable que permita potenciar el desarrollo de una actividad estratégica para el país.
En síntesis, el 2024 fue un año que puso a prueba la fortaleza del sector porcino argentino. Aunque los desafíos fueron muchos, el segundo semestre demostró que, con esfuerzo y creatividad, es posible sobreponerse a las adversidades y mirar al futuro con renovadas expectativas.
Entrevista de Del Campo a la Mesa, por AM 1400 KHz y 106.9 FM de la UNVM