La Unión Europea y China continúan dando pasos en una guerra comercial que afecta cada vez a más sectores. Después de que el Ejecutivo comunitario anunciara la subida de aranceles a las importaciones de vehículos eléctricos chinos, la potencia asiática inició investigaciones de defensa comercial contra determinados productos porcinos y lácteos europeos y esta semana aumentó los impuestos al brandy, algo que también le podría terminar sucediendo a los coches de combustión.
Cada país es soberano para definir su política comercial exterior, pero los que son miembros de la Organización Mundial del Comercio (OMC) deben ajustarse a las reglas comúnmente acordadas, lo que da lugar a procesos de negociaciones y denuncias.
La Comisión Europea decidió denunciar a la OMC la investigación antisubvenciones de los lácteos el pasado 23 de septiembre, siendo la primera vez que la UE da este paso en su fase inicial, sin esperar a conocer el informe completo de China. Y el 8 de octubre anunció que “impugnará con firmeza” la imposición de medidas antidumping al brandy por considerarlas “una clara infracción de las normas de la OMC”. Esta oposición frontal desde el inicio de las acciones de China contrasta con la postura en el caso del porcino, un conflicto que amenaza especialmente a España por la magnitud que ha adquirido el sector en los últimos años en la economía nacional.
Según señalan fuentes del ejecutivo comunitario a Infobae España, por el momento no hay prevista una denuncia ante la OMC relativa a la investigación antidumping del porcino, aunque desde el gabinete de comunicación de la Comisión defienden que China da “alegaciones cuestionables y pruebas insuficientes” en los tres procesos ya iniciados en 2024. Bruselas no desvela cuál es el motivo real detrás de su menor contundencia en el caso del porcino y tampoco ha manifestado ninguna acción de defensa específica al sector en las comparecencias públicas.
Desde el inicio del conflicto por el porcino, España ha intentado negociar con China. El presidente del gobierno, Pedro Sánchez, viajó a Shanghái a principios de septiembre junto con empresarios del sector, pero no ha habido resultados.
El interés en que la guerra comercial no escale es claro: España es el tercer país del mundo que más toneladas de carne de cerdo produce (solo por detrás de China y de EEUU) y es líder en exportaciones, con el 17,4% de la cuota de ventas mundiales a fecha de 2022. Veinte años antes, la cuota solo era del 5,6% y el crecimiento ha sido fundamentalmente gracias a las exportaciones a China. Una subida de aranceles frenaría las adquisiciones y dejaría sin el principal comprador a la industria porcina española, que ha transformado su producción para exportar masivamente.
Según el último informe sobre instrumentos de defensa comercial, la Comisión interviene en unos 50 casos al año para impugnar ante la OMC los procedimientos abiertos por terceros países contra distintos productos de la UE y en algunas ocasiones esto da lugar a rebajar el impacto de las medidas o incluso a frenarlas.
Así sucedió con unos fertilizantes de Lituania sobre los que Australia inició una investigación antidumping, pero terminó cerrándola en agosto de 2023 sin imponer medidas. No obstante, la resolución del conflicto depende de la voluntad de ambas partes. Se dan casos como el de las aceitunas negras, en el que la OMC ha dado la razón a la Comisión Europea, pero EEUU no ha rebajado los aranceles.
Las ventas de porcino al exterior ya se resienten
Las exportaciones de cerdo español se han más que duplicado en los últimos 15 años (+148%) y generan 8.152 millones de euros, lo que indica que la industria se ha centrado en la venta exterior para crecer. Las empresas exportaron 2.778 millones de toneladas de carne porcina en 2023, el 57% de las que produjeron en España, mientras que en 2008 solo exportaron el 32%.
Este auge se ha producido como consecuencia de que China sufrió varios brotes de peste porcina africana en la década pasada y su mercado no podía abastecer la demanda interna. China se convirtió así en el principal destino de las exportaciones de porcino español, llegando a suponer el 45% de las mismas en 2020, año récord.
Para lograr este nivel de producción, el sector ha sufrido una transformación consistente en la disminución de las explotaciones más pequeñas y la implantación de las conocidas como macrogranjas. Cada instalación produjo 57,2 toneladas de media en 2023 frente al 35,1 de 2008. No obstante, el sector está comenzando a flaquear. Si bien China continúa siendo el principal destino, se observa una reducción en las exportaciones en comparación con años anteriores debido a la progresiva recuperación de su cabaña porcina y a las crecientes tensiones comerciales.
Las exportaciones a China han disminuido un 62,7% entre 2020 y 2023, lo que está llevando a los productores españoles a buscar otros mercados. No obstante, esto no ha evitado el descenso general del volumen de exportaciones desde 2021 (-10%) ni el cierre de instalaciones, disminuyendo en el último año incluso en el grupo de las más grandes. La tendencia se ha notado menos en el valor generado, que cae solo un 0,5% respecto a 2022 por el aumento de márgenes de los productores.
Foto: El primer ministro de la República Popular China, Li Qiang, y el presidente del Gobierno de España, Pedro Sánchez, en Pekín (China). (EFE/EPA/ Andrés Martínez)
Por Cristina Dolz